La masai blanca, Corinne Hofmann
Cuando Corinne lo vio por primera vez, en diciembre de 1986, Lketinga solo llevaba un paño que le cubría las caderas. Sus largos cabellos iban recogidos en finas trenzas y el rostro estaba cubierto de signos pintados. Ese hombre, hermoso y digno como un dios, pronto se esfumó entre el gentío en los alrededores de Mombasa, pero la joven mujer intuyó que aquellas vacaciones en Kenia iban a ser algo más que un simple recorrido turístico. Corinne y Lketinga volvieron a verse, y de esos encuentros casi furtivos nació una relación peculiar e intensa: Corinne rompió con su novio Marco y dejó su casa en Suiza para irse a vivir a un pequeño pueblo al norte de Nairobi, donde se casó. Allí se vio muy pronto obligada a compartir su choza con la madre de Lketinga y a someterse a los rituales de una tribu que no aceptaba de buen grado la presencia de una masai blanca. La pasió duró cuatro años, y de la unión nació Napirai, una niña que hoy es el consuelo de Corinne tras su fuga de Kenia. Y aqu...