Un fragmento para la reflexión...
La tarde del día siguiente, en el confesionario de una iglesia en la que nunca había entrado, Danny se arrodilló y se santiguó.―Te huele el aliento a alcohol ―dijo el sacerdote.
―Eso es porque he estado bebiendo, padre. Lo compartiría con usted, pero me he dejado la botella en casa.
―¿Has venido a confesarte, hijo?
―No lo sé.
―¿Cómo es posible que no lo sepas? Has pecado o no.
―Ayer maté a un hombre a tiros. Delante de una iglesia. Me imagino que ya se habrá enterado.
―Sí, estoy al corriente. Ese hombre era un anarquista. ¿Tú...?
―Sí. Le pegué tres tiros. Aunque le disparé cinco veces ―dijo Danny―, pero fallé dos. La cuestión, padre, es que usted me dirá que hice bien, ¿verdad?
―Eso es Dios quien debe...
―Iba a volar una iglesia, una como ésta.
―Exacto. Hiciste bien.
―Pero está muerto. Yo lo aparté de este mundo. Y no puedo quitarme de encima la sensación...
Siguió un largo silencio, más largo aún por el hecho de que era un silencio de iglesia; olía a incienso y jabón de aceite y lo circundaba terciopelo grueso y madera oscura.
―¿Qué sensación?
―La sensación de que nosotros, el hombre a quien maté y yo, vivimos en el mismo pozo. ¿Lo entiende?
―No. Estás siendo poco claro.
―Disculpe ―dijo Danny―. Hay un gran pozo de mierda. ¿Lo entiende? Y es...
―Cuida ese vocabulario.
―... donde la clase dominante y la gente pudiente no vive, ¿entiende? Es a donde tiran todas las consecuencias en las que prefieren no pensar. Y la puta idea...
―Estás en la casa de Dios.
―... la puta idea es, padre... ¿cuál? La idea es que se supone que debemos portarnos bien y marcharnos cuando han acabado con nosotros. Aceptar lo que nos dan y beberlo y comerlo y aplaudirlo y decir «Mmm, más, por favor. Gracias». Y debe saber, padre, que estoy hasta las mismísimas pelotas.
―Sal de esta iglesia ahora mismo.
―Claro. ¿Me acompaña?
―Creo que necesitas dormir la mona.
―Y yo creo que usted necesita salir de este mausoleo en el que está escondido y ver cómo viven de verdad sus feligreses. ¿Lo ha hecho alguna vez últimamente, padre?
―Yo...
―¿Alguna vez?
Cualquier otro día,
Dennis Lehane
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