Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2016

La señora Bovary, Gustave Flaubert

Imagen
Había oído hablar mucho de esta novela, pero nunca me había llamado la atención... Hasta hace unas semanas, cuando vi este vídeo de Zenda y, paralelamente, el apellido Flaubert mencionado entre las páginas de Virginia Woolf , de Quentin Bell . Entonces me picó la suficiente curiosidad como para, en una especie de arrebato, buscarlo decididamente por las diferentes casetas de la 51ª Edición de la Feria del Libro de Valencia; y, voilà ... Lo encontré .  «Será el primer caso, creo, de novela en que se hace burla de la heroína y de su galán. Pero la ironía no perjudica al pathos; al contrario, la ironía subraya el aspecto patético», escribió Gustave Flaubert en el largo proceso de redacción (1851-1856) de La señora Bovary . Alarmados por su «invencible tendencia al lirismo», algunos amigos le habían aconsejado centrarse «en un tema banal, uno de esos sucesos que abundan en la vida burguesa ». Al final, tanta sujeción al «tema banal » y tanta refutación del «lirismo», volcadas en ...

Esa magia que se produce entre dos personas en contadas ocasiones...

—Mi mujer no le hace mucho caso —dijo Charles—; prefiere, por más que le recomiende que haga ejercicio, estarse siempre metida en su cuarto, leyendo.  —Igual que yo —repuso León—. ¿Hay, efectivamente, algo mejor que estar de noche junto al fuego con un libro mientras el viento golpea los cristales y está encendida la lámpara…?  — ¿Verdad que sí? —dijo ella, clavándole los grandes ojos negros, abiertos de par en par.  —Uno no piensa en nada —seguía diciendo León—, las horas pasan. Nos paseamos sin movernos por comarcas que creemos ver y el pensamiento, unido a la ficción, se entretiene en detalles con los que va siguiendo el perímetro de las aventuras. Se mezcla con los personajes; nos parece que somos nosotros los que palpitamos dentro de sus ropas.  — ¡Es verdad! ¡Es verdad! —decía ella.  — ¿Se ha encontrado alguna vez —siguió diciendo León— en un libro con una idea inconcreta que había tenido antes, una imagen oscurecida que vuelve de lejos y es co...

Virginia Woolf, Quentin Bell

Imagen
Tal como comentara hace unas semanas, Las Horas (Daldry, 2002) me dejó tan fascinada sobre la figura de Virginia Woolf que no sólo me embarqué en la lectura de La señora Dalloway ; también decidí, días más tarde, sumergirme en la propia biografía de la autora, escrita por su sobrino Quentin Bell. «En 1964, unos veinte años después de la muerte de Virginia, mi tío Leonard me escribió comentándome que había gente dispuesta a escribir su biografía. Él se veía en la obligación de invitarlos a almorzar para convencerles de que no lo hicieran, lo cual no dejaba de ser un fastidio... Acto seguido, me sugirió que fuera yo quien se ocupara del tema.» Con estas sencillas palabras Quentin Bell inaugura uno de los mejores trabajos biográficos del siglo XX, y con la misma soltura cuenta con todo detalle la vida de una mujer que hoy es un mito de la literatura contemporánea. Gracias a su especial vinculación con la autora y a la ayuda de valiosos documentos, Bell pudo dibujar un retrato único e...