Vida y destino, Vasili Grossman

«Todavía es oscuro, hace frío, pero pronto las puertas y las contraventanas se abrirán, y la casa vacía revivirá y se llenará con las lágrimas y las risas infantiles, resonarán los pasos apresurados de la mujer amada y los andares decididos del dueño de la casa. (...)»

Vida y destino,
 Vasili Grossman

Así termina el que, sin duda, ha sido mi compañero de viaje diario durante cuatro meses en mis idas y venidas a Castellón. Un compañero de viaje, además, crítico, emotivo y reflexivo, que obliga a detenerte, releer, volver a detenerte y pensar. De ésos que persisten en la memoria y te siguen acompañando varios días más en tus pensamientos, de ésos de los que cuesta desprenderse, cerrarlos definitivamente... Y empezar con una nueva historia.

Capítulos enteros dedicados a conceptos tan abstractos pero tan presentes en nuestras vidas como el tiempo, la amistad, el bien, la bondad, la humanidad, la muerte... Personajes detallados y caracterizados hasta la extenuación... Páginas y páginas relatando con suma exactitud los grandes acontecimientos del siglo XX... La guerra, la miseria, el frío, el hambre, la soledad y la barbarie... Todo eso y más es lo que podemos encontrar en las más de 1000 páginas de que consta Vida y destino. Es una novela demasiado intensa y tratar de condensar en una entrada todo lo que comprende la obra sería no hacerle justicia. Pero creo que la propia traductora del libro, Marta Rebón, consigue hacerle un sentido y digno homenaje aquí.

Ahora bien, a aquellos a los que les haya picado la curiosidad por la novela, les recomiendo paciencia. Paciencia porque estarán a punto de adentrarse en la llamada alma rusa, y ésta no es nada sencilla: leer a autores rusos implica estar completa y absolutamente atento a cada línea, a cada detalle... Dado que suelen ser libros muy densos, con multitud de personajes (cada cual con un nombre más complejo) y, en consecuencia, numerosas reflexiones (Si hay tantas opiniones como cabezas...*), personalmente recomiendo leerlos de forma dosificada, sin prisas. Un poquito cada día. De lo contrario, se corre el riesgo de saturarse de información, no comprender ni profundizar en la historia y quedarse en la superficie. Y eso sería una lástima, ¿verdad?

Realmente se trata de novelas que enriquecen muchísimo a nivel personal. A mí, el efecto que me producen una vez leídos es que el resto de libros se me antojan muy superficiales. Necesito dejar espacio entre obra y obra, especialmente cuando son de este tipo. Al igual que me sucedió con Lo que el viento se llevó (Margaret Mitchell) en su momento, los personajes se quedan bajo tu piel.

¿Qué puedo decir? Atreveos. Frecuentad este tipo de novelas. Uno se transforma junto con los personajes, palabra.

Y nada más.

Come sin prisas. 
Viaja todo cuanto puedas. 
Y lee... Lee muchísimo.

*.- Anna Karenina, Lev N. Tolstói.


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