Una reseña inesperada: Mi vecino Miyazaki, Alvaro López Martín y Marta García Villar

Cuando comencé a leer Mi Vecino Miyazaki no tenía en mente realizar una reseña al respecto, básicamente porque se trata de un género y una temática tan especializados y focalizados en un elemento concreto ―las obras audiovisuales del estudio de animación japonés Studio Ghibli― que pensé que realizar una reseña sobre esta obra de análisis sería complicado. Sin embargo, he quedado tan maravillada y satisfecha con esta delicia de trabajo que dos jovencísimos amantes y admiradores de Studio Ghibli decidieron voluntariamente llevar a cabo un día, que no podía sino dedicarles unas líneas en este espacio y contribuir, en la medida de mis posibilidades, a hacer difusión de esa pequeña gran joya del cine desconocida, por desgracia, para muchos. 

Mi Vecino Miyazaki, escrita por Álvaro López Martín y Marta García Villar y publicada por Diábolo Ediciones, es un minucioso repaso a toda la filmografía del Studio Ghibli y su consecuente análisis obra por obra. El análisis es subjetivo, por supuesto: cada autor ―van alternándose a lo largo del libro según qué película― imprima su estilo y deja entrever su opinión en los comentarios que se realizan, pero he aquí la magia: su opinión es más o menos universal en tanto que los efectos y sensaciones que evocan las películas Ghibli son muy similares en su público más fiel y admirador.

Así, a medida que iba leyendo, no dejaba de asentir y corroborar dentro de mi cabeza cada afirmación, cada conclusión, cada mensaje analizado. Touchè, he pensado en más de una ocasión. Además queda patente el exhaustivo trabajo previo a la redacción de los comentarios: para llegar a semejantes conclusiones y desmenuzamiento de los mensajes que encierra cada película, es evidente que los autores han debido de visionar los filmes en incontables ocasiones, investigaciones aparte. Tanto Álvaro como Marta logran exprimir al máximo la esencia de cada obra y se dejan muy pocos detalles en el aire o sin analizar. Es cierto que, personalmente, me hubiera detenido más en las obras cumbre de Hayao Miyazaki ―máximo exponente y cabeza visible de Studio Ghibli―, El viaje de Chihiro (2001) y El Castillo Ambulante (2004), pues son películas que dan para mucho; pero, por otro lado, teniendo en cuenta que es un libro puramente analítico y descriptivo, creo que la labor de síntesis que han hecho los autores es magnífica: rara vez he leído con tanto gusto, comodidad, rapidez y amenidad una obra de estas características. Así pues, si bien El viaje de Chihiro y El Castillo Ambulante son obras susceptibles de ser analizadas en mayor profundidad, creo que todo el análisis en su conjunto está expresado muy acertadamente tanto en forma como en contenido. Como digo, rara vez un libro de este género logra atraparnos y éste, sin duda, lo ha conseguido. 

Mi Vecino Miyazaki es un viaje delicioso para los que, como yo, fuimos cautivados por las obras de arte de Studio Ghibli. Alguna vez he hecho mención a este estudio de animación en este blog ―como aquí― y no cesaré en mi empeño de recomendar sus películas a todo aquel que busque animación de calidad y con un sentido y un mensaje trascendentes. Como afirman Álvaro y Marta en su libro, Studio Ghibli es la prueba de que animación y público adulto no tienen por qué ser un oxímoron ―véase La tumba de las luciérnagas, La Princesa Mononoke, Nausicaä del Valle del Viento u otros―. De hecho, mi propia experiencia personal me dice que sus películas no están dirigidas tanto a un público infantil como a un público más maduro: con apenas 4 ó 5 años visioné La Princesa Mononoke y 1) Pasé miedo; 2) No la entendí. Años más tarde vería El viaje de Chihiro y, aunque recuerdo que me fascinó ―la volví a ver unas diez u once veces consecutivas durante un mes―, no me caló tan hondo como cuando la vi a una edad más avanzada. Y lo mismo me sucedió con El Castillo en el Cielo y El Castillo Ambulante. Sólo cuando pude entenderlas y admirarlas en todos sus aspectos ―el mensaje, la calidad y riqueza de la animación, los personajes, el ritmo, los planos, la música… ¡Especialmente la música! Para muestra, un botón―, las disfruté plenamente. Y eso sólo sucede con cierta edad. Una vez ocurre eso, se desata la magia: difícilmente uno se resistirá a investigar y visionar el resto de películas del Studio. Es algo que Laura Montero Plata describe muy bien en el prólogo: 

Aquellos que se acercan al universo del Studio Ghibli (…) se han visto envueltos por una magia extraña que sale de la pantalla y les acompaña ya por siempre (…) La experiencia se convierte entonces en un catalizador, en el deseo de descubrir más sobre el director concreto o el trabajo de la compañía, de saber qué más nos puede ofrecer y cómo ha podido escapar a nuestro radar hasta ese momento.

Y no: Studio Ghibli no tiene nada que ver con Walt Disney, ni siquiera tiene nada que envidiarle ―si acaso, la extensión de su influencia―. 

En definitiva, considero que Mi Vecino Miyazaki es una lectura que cautivará a todos aquellos admiradores del estudio de animación japonesa, prácticamente un homenaje para todos nosotros porque sabe recoger en sus casi trescientas páginas lo que todos sentimos al ver sus películas. Y ese mérito es de dos jóvenes emprendedores y entusiastas que, además, han dado amplia cabida en su libro a múltiples voces de opinión y dejado multitud de frases reflexivas para el recuerdo. 

Logotipo de Studio Ghibli.

Por otro lado, recomiendo igualmente este libro a aquellos que desconocían Studio Ghibli; en primer lugar, porque es tan ágil y tan ameno que no resultará pesado ni extraño en el análisis de las películas; en segundo lugar, porque logra con creces picar la curiosidad sobre todo lo relacionado con esa gigante silueta de Totoro que resalta sobre un límpido fondo de color turquesa. En mi caso, que me falta por visionar varios filmes del Studio, desde luego lo ha conseguido: ha avivado mis ganas de ver cuanto antes esas películas restantes. 

Come sin prisas. 

Viaja todo cuanto puedas. 

Y lee... Lee muchísimo.