La casa maldita, Barbara Wood
Hace aproximadamente un año leí Bajo el sol de Kenia, de Barbara Wood, y me cautivó tanto que no pude resistirme a incluirlo entre mis novelas favoritas ni esperar a sumergirme en otro libro de la autora, Las Vírgenes del Paraíso. Este otro supuso para mí más bien una decepción y decidí arrinconar durante un tiempo las ganas iniciales de leer todas las novelas de Barbara Wood que tenía en casa... Hasta hace una semana.
Casi trescientos sesenta y cinco días y decenas de lecturas después, cuando mis ojos vagaban indecisos por una serie de títulos para escoger aquél que me acompañaría durante los siguientes días, topé accidentalmente con el nombre de Barbara Wood en la estantería y una oleada de nostalgia me invadió mientras recordaba lo mucho que me conmovió Bajo el sol de Kenia... Y así es como, con el recuerdo aún reciente de las familias Treverton y Wachera Mathenge, me decanté por La casa maldita como futuro compañero de viaje.
Tras la muerte de su madre, Leyla recibe la invitación de la familia de su padre a volver a la mansión familiar, Pemberton Hurst. Con muchas dudas y reservas viaja hasta allí, pues solo sabe que pasó en aquella casa los primeros cinco años de su vida, y que quedó traumatizada por algo horrible que presenció. Sus familiares la reciben, la saludan y la observan, pero no le dan realmente la bienvenida. Cuando Leyla empieza a hurgar en su pasado, solo topa con desconfianza apenas disimulada y un obstinado silencio. Con la oposición de su familia intenta descubrir la verdad y dar respuesta a sus muchas preguntas: ¿recae en su familia realmente una maldición, como afirman muchos vecinos del lugar? ¿Por qué sus primos nunca se han casado? ¿De verdad debe resignarse a una vida sin amor? Con valentía Leyla Pemberton lucha por recuperar sus recuerdos. Intuye que el retorno al pasado encierra un terrible secreto pero también la posibilidad de un gran amor.
Me gustó reencontrarme con la narración sensible y delicada de la autora, plagada de exquisitos detalles al tiempo que profundiza en los sentimientos de la protagonista. Creo que éste es uno de los rasgos estilísticos que más me gustan de Barbara Wood: la exploración honda de sus personajes, de sus miedos y sus pasiones, así como los caracteres que dibuja: sus "heroínas" nunca son mujeres exuberantes, orgullosas o impulsivas; más bien tímidas, inseguras e introvertidas, pero con una firmeza de carácter y defensa de sus principios inquebrantables. Es su honestidad y lealtad para con los suyos lo que las empuja a ser valientes, a continuar hacia delante. Creo que por eso me inspiran tanto.
No me gusta demasiado, sin embargo, encontrarme con los mismos tópicos y clichés que se repiten en el resto de sus novelas. Aunque sólo puedo juzgar en base a las tres obras suyas que he leído, me da la sensación de que Barbara Wood no suele innovar ni arriesgar a la hora de construir los personajes y sus historias, recurriendo con frecuencia a personalidades arquetípicas y a complejos entramados familiares salpicados de misterios y violencia. En este sentido, La casa maldita comienza exactamente de la misma manera que Bajo el sol de Kenia y Las Vírgenes del Paraíso: con una carta de un familiar que obliga a nuestra protagonista a encararse con un pasado repleto de oscuros secretos. No es algo que parezca preocupar a la autora puesto que, a juzgar por su breve biografía en la novela, forma parte de su estilo literario:
Su obra se caracteriza por la riqueza argumental, en la que nunca faltan representantes de su antigua profesión [la medicina], la sugestiva y documentada ambientación y la atrayente combinación de amor e intriga.
Debo reconocer, no obstante, que la autora logra construir en La casa maldita una ambientación y núcleo diferentes a los de las otras dos obras mencionadas, alejados asimismo del exotismo de África y Oriente al que tanto nos tiene acostumbrados —ya le he echado el ojo a otro libro suyo, La estrella de Babilonia, que probablemente sea mi próxima lectura—. Wood es capaz de atraparme de nuevo con las preguntas y misterios que rodean a los Pemberton, de picar mi curiosidad otra vez hasta el punto de no querer detenerme mientras no finalice un capítulo o lea otro más; y, sobre todo, consigue armar tal rompecabezas en torno a la familia de Leyla que la historia se mantiene impredecible hasta las últimas páginas... PERO. Pero. He aquí el gran "pero" de La casa maldita, lo que impide que la recuerde como una novela redonda: su final.
La autora resuelve su historia de un modo, a mi parecer, tan desacertado, poco creíble y precipitado, que una no puede por menos que sentirse estafada tras más de trescientas páginas de preguntas, revelaciones, giros argumentales y más cuestiones todavía. No es un final complaciente y, lo que es peor, me resulta inverosímil: tanto por la identidad del responsable de los hechos ocurridos en la casa y la explicación que da de sus motivos, como por la sorprendente capacidad de Leyla para, tras veinte años sin recordar nada, recuperar de golpe y porrazo la memoria sirviéndose únicamente de su propia voluntad. Conozco a personas que han estudiado mínimamente la amnesia postraumática y no es, en absoluto, un proceso fácilmente reversible; tampoco la voluntad es suficiente para activarlo. Es, en fin, una resolución sorprendente y no encuentro explicación más plausible que la autora se metiera en un atolladero del que no sabía cómo salir sin contradecir todo lo narrado hasta las últimas seis páginas.
Es una lástima porque, hasta entonces, la novela funciona francamente bien. Te sumerge en la espiral de intrigas y te sorprendes a ti mismo sospechando de tal o cual personaje, haciendo conjeturas sobre los posibles móviles... Es un estilo narrativo ameno a la par que rico en detalles y calidad literaria, los personajes son creíbles; la historia lo tiene todo, en definitiva, para impresionar positivamente al lector. Todo... Salvo ese final tan desatinado. Bien mirado, un desenlace más creíble y elaborado —personalmente creo que había personajes con más atractivo y un móvil más perverso para cumplir con el papel de "villano"— habría hecho de La casa maldita un muy buen libro... Pero, lamentablemente, este título no pasará a representar para mí más que la impotencia de lo que pudo ser y no fue.
La autora resuelve su historia de un modo, a mi parecer, tan desacertado, poco creíble y precipitado, que una no puede por menos que sentirse estafada tras más de trescientas páginas de preguntas, revelaciones, giros argumentales y más cuestiones todavía. No es un final complaciente y, lo que es peor, me resulta inverosímil: tanto por la identidad del responsable de los hechos ocurridos en la casa y la explicación que da de sus motivos, como por la sorprendente capacidad de Leyla para, tras veinte años sin recordar nada, recuperar de golpe y porrazo la memoria sirviéndose únicamente de su propia voluntad. Conozco a personas que han estudiado mínimamente la amnesia postraumática y no es, en absoluto, un proceso fácilmente reversible; tampoco la voluntad es suficiente para activarlo. Es, en fin, una resolución sorprendente y no encuentro explicación más plausible que la autora se metiera en un atolladero del que no sabía cómo salir sin contradecir todo lo narrado hasta las últimas seis páginas.
Es una lástima porque, hasta entonces, la novela funciona francamente bien. Te sumerge en la espiral de intrigas y te sorprendes a ti mismo sospechando de tal o cual personaje, haciendo conjeturas sobre los posibles móviles... Es un estilo narrativo ameno a la par que rico en detalles y calidad literaria, los personajes son creíbles; la historia lo tiene todo, en definitiva, para impresionar positivamente al lector. Todo... Salvo ese final tan desatinado. Bien mirado, un desenlace más creíble y elaborado —personalmente creo que había personajes con más atractivo y un móvil más perverso para cumplir con el papel de "villano"— habría hecho de La casa maldita un muy buen libro... Pero, lamentablemente, este título no pasará a representar para mí más que la impotencia de lo que pudo ser y no fue.
Come sin prisas.
Viaja todo cuanto puedas.
Hola! Es el primer libro que leo de Barbara Wood y lo encontre muy interesante porque te engancha bastante. Mientras leia sentia que la autora no me dejaba respiro, siempre surgen nuevos misterios, unos tras otros.
ResponderEliminarCoincido contigo sobre el final. Cuando termine de leer ese parrafo que resumia lo que pasaba con cada uno de los miembros Pemberton, espere que la autora me contara mas. Pero no, para mi fue un final abrupto. Pienso que incluso el villano podria haber sido mas de una persona, uno con mas culpa que otro, pero bueno, despues de todo disfrute mucho el libro.
¡Hola, White Soul! Gracias por comentar. Sí, el final sabe a poco para una historia que Bárbara Wood va tejiendo al principio con mucha maestría. Es una lástima pero, como dices, hasta entonces la lectura se disfruta mucho. Un saludo :)
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